La vida después del 11

11.03.2013 13:45

 

 

Hoy se cumplen 9 años desde que aquel fatídico 11 de marzo nos recordara que el miedo está más cerca de lo que creemos. A la salida de casa, en la boca del metro, que desde entonces parece un lobo, o en la mochila del chico de al lado en el tren. Hacia casi diez años que las flores y las velas dejaron de ser hermosas, para recordarnos la fugacidad de la ignorancia y del fanatismo, y hace un lustro y cuatro años que seguimos buscando una razón, una respuesta y unos culpables certeros. 

 

 

El 11 de marzo siguió la estela del 11 de septiembre para poner el nombre de España en el mapa de uno de los atentados más atroces que ha conocido el mundo occidental. Es probable que cientos de atentados en países tipificados del tercer mundo hayan sido en suma más voraces y mortales que aquél que descubrió la cara vulnerable de las primeras potencias, pero aquella muestra de vulnerabilidad todavía nos toca el hombro cada vez que entramos y salimos de los vagones de la vida.

 

Como periodistas es triste reconocer que hay países de segunda. Una tormenta asola Asia, se come a pueblos enteros, devora vidas en lugares en los que comer es una gesta, y sus imágenes se convierten en las colas de los informativos. Somalia se muere de hambre, tiene la voz rota por la sed, pero no tenemos ni los millones necesarios para paliarlo ni los minutos de telediario precisos para denunciarlo. Guerras, genocidios, mutilaciones, violaciones... un sinfín de latigazos a los derechos humanos, millones de personas muertas, y la demagogia nos lleva, sin embargo a olvidar estos hechos, a volver la cabeza. Abrimos en cambio mucho los ojos al evocar a aquel directivo con la cara ensangrentada, o a ese otro muchacho que hoy concede entrevistas para reconocer que no se reconoce en esa foto ¿Es más importante aquel hombre de maletín y traje de marca, que ese niño de 7 años que aparenta 3 por la desnutrición y que hoy nos desafía desde sus segundos de gloria en las noticias?

 

Un colega periodista me ha preguntado hoy qué hacía aquel 11 M y lo peor es que lo recuerdo perfectamente. Tal vez si me dijese qué me pasó por la mente en cualquier otro conflicto que no tenga que ver con esta sarta de atentados ilógicos con los que se ha visto azotado el primer mundo, no hubiera sabido responderle.

 

Trabajaba en Cope Ibiza, estaba a punto de dar las noticias locales, cuando escuché a Federico Jiménez lo Santos anunciar a lo Orson Welles la "invasión de los etarras que perpetraban el acto más abominable de su historia".  Tal vez por eso recuerde tanto aquel día. Llamé a mi hermano, que vive en Madrid, a mi mejor amiga, a mi socia, y a todas las personas que quiero y que podían haber sido víctimas de aquel sinsentido. Como profesional de la comunicación me bebí cuantas noticias aparecieron en prensa, televisión y radio. Hoy hubiese estado pegada a mi iphone completando mis lecturas con vosotros en Twitter. La realidad es que seguimos sin saber bien qué paso, y qué hubo detrás de aquel proceso de desinformación a la que fuimos sometidos.

 

Han pasado nueve año desde aquel once. Sigo sintiendo frustración por lo animales que demuestran ser algunos seres humanos, que se creen con el derecho de arrebatar vidas ajenas. Sigo considerando que el periodismo está sesgado, sigo felicitando a aquellos profesionales que informaron con tanta valía y no dejo de pensar en aquel hombre del traje negro, en esa chica que perdió las piernas, y ese niño que se muere de hambre y que hoy no tendrá espacio en los telediarios porque un aniversario es mejor noticia.

 

 


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